EMDR es una intervención terapéutica que puede utilizarse sola o en combinación con otras técnicas. Su nombre procede del acrónimo de Eye Movement Desensizitation and Reprocessing (desensibilización y reprocesamiento por Movimientos oculares, en español).
Está especialmente indicada en el tratamiento del trauma, tanto en niños y adolescentes como en adultos. Sin embargo, su uso va poco a poco extendiéndose a una cantidad cada vez mayor de problemas, en cuyo tratamiento está resultando igualmente eficaz.
Durante el tratamiento con EMDR, el terapeuta acompaña al paciente en el reprocesamiento de cada recuerdo, que se produce mediante la estimulación bilateral y alterna de los hemisferios cerebrales. La estimulación bilateral puede ser visual (con el movimiento de los ojos), auditiva (sonidos alternos en los oídos) o kinestésica (“tapping” o golpeteo alterno de las rodillas, las manos o los hombros). La estimulación bilateral vuelve a poner en funcionamiento los mecanismos de curación inherentes a nuestro propio funcionamiento y permite, por fin, el procesamiento adaptativo de los recuerdos y experiencias.
Se trabajan tres momentos vitales de forma sucesiva: el pasado (lo que ocurrió), el presente (los desencadenantes que hacen reaparecer el sufrimiento en la actualidad) y el futuro (permitiendo liberarlo de miedos e ideas irracionales).