EMDR es una intervención terapéutica que puede utilizarse sola o en combinación con otras técnicas. Su nombre procede del acrónimo de Eye Movement Desensizitation and Reprocessing (desensibilización y reprocesamiento por Movimientos oculares, en español).
Está especialmente indicada en el tratamiento del trauma, tanto en niños y adolescentes como en adultos. Sin embargo, su uso va poco a poco extendiéndose a una cantidad cada vez mayor de problemas, en cuyo tratamiento está resultando igualmente eficaz.

Durante el tratamiento con EMDR, el terapeuta acompaña al paciente en el reprocesamiento de cada recuerdo, que se produce mediante la estimulación bilateral y alterna de los hemisferios cerebrales. La estimulación bilateral puede ser visual (con el movimiento de los ojos), auditiva (sonidos alternos en los oídos) o kinestésica (“tapping” o golpeteo alterno de las rodillas, las manos o los hombros). La estimulación bilateral vuelve a poner en funcionamiento los mecanismos de curación inherentes a nuestro propio funcionamiento y permite, por fin, el procesamiento adaptativo de los recuerdos y experiencias.
Se trabajan tres momentos vitales de forma sucesiva: el pasado (lo que ocurrió), el presente (los desencadenantes que hacen reaparecer el sufrimiento en la actualidad) y el futuro (permitiendo liberarlo de miedos e ideas irracionales).

YO NO HE SUFRIDO UN TRAUMA
Pero existen otros tipos de trauma, más cotidianos y mucho más frecuentes. Pero que también dejan su “herida”. Entendemos trauma como toda experiencia que supera los recursos de afrontamiento de una persona. Entran en esta categoría, entonces, las humillaciones, los miedos intensos, la soledad, las pérdidas, los sentimientos de impotencia o de poco valor, el estrés sostenido contra el que no podemos luchar... Situaciones por las que todos pasamos pero que, en ocasiones, en lugar de cicatrizar, quedan como heridas abiertas que siguen generando dolor. También para esto es eficaz EMDR.
¿QUÉ EFECTOS TIENE?
¿EN QUÉ PROBLEMAS SE APLICA?
EMDR CON NIÑOS Y ADOLESCENTES
En el caso de los niños, el trauma no procesado adecuadamente puede llegar a afectar a su correcto desarrollo en las diferencias áreas vitales. Los estudios demuestran que la sintomatología del trauma infantil, cuando no ha sido correctamente procesado, no mejora con el mero paso del tiempo y requiere una intervención profesional.
¿RECONOCIDO POR LA COMUNIDAD CIENTÍFICA?
