Las dificultades que encontramos en nuestro día a día pueden acumularse en periodos determinados, y es normal que se trasladen a nuestra pareja, provocando discusiones y desencuentros. Si esta situación se mantiene de forma prolongada nuestra relación va a verse afectada hasta el punto de dificultar enormemente el disfrute de nuestra vida en común o, en el peor de los casos, constituir una amenaza real de ruptura.
Llegado este punto, lo más recomendable es ponerse en manos de un profesional que posibilite la conciliación de ambas posturas ayudándonos a tomar decisiones sobre el presente y el futuro, a aprender a comunicarnos de forma más fluida y efectiva, a recuperar actividades placenteras juntos que hayamos dejado de hacer por falta de tiempo o ganas y, en resumidas cuentas, a poner en valor todo lo bueno de tener un proyecto de vida en común.