Por Patricia Díaz Seoane
Empieza el colegio y es muy habitual que escuchemos que las aulas están llenas de niños hiperactivos, antes decían que eran niños movidos, gamberretes, difíciles, pero ahora los profesores se quejan más de problemas dentro del aula y de que cada vez hay más niños en cada clase con problemas de atención y de hiperactividad.
En este artículo intentaremos dar unas pinceladas breves para intentar aclarar ciertas dudas que a menudo surgen a muchos padres cuando tienen un niño movido o despistado.
Algunas de las frases que oiremos a padres y profesores sobre el/la alumno/a son:
- Se despista con una mosca
- Está en su mundo siempre, como ensimismado
- Se eterniza con los deberes
- No para en todo el día
- Imposible que se esté quieto
- Nunca acaba nada
- No se entretiene con nada
- Nos saca de quicio
- No hay quien le agote
- Pierde un montón de cosas
- No se calla nunca
- Podría sacar mejores notas
Básicamente las manifestaciones del problema se dan en 3 áreas:
1. Hiperactividad
Este es el concepto más común, que nos hace ponernos en la pista del trastorno- Todos sabemos a qué nos referimos con “una actividad excesiva”, pero hay que matizar que además de excesiva tiene que ser inapropiada para el momento o el lugar. Es un concepto complicado, porque cuánto se mueve un niño es difícilmente cuantificable.
Pueden parecer agresivos, con actividades poco dirigidas, es decir, se mueven por el hecho de moverse, muchas veces son torpes y eso les hace parecer agresivos con sus compañeros de aula.
Los profesores los describen como retadores, en marcha continua, se levantan, interrumpen…
2. Desatención
Es el principal síntoma de este trastorno, se refleja en que el niño no es capaz de discriminar lo importante de lo irrelevante, lo que hace que se pierda en detalles ridículos y se eternice en la mayoría de las tareas escolares.
La inatención le hace saltar de una tarea a otra y dificulta mucho que memorice datos.
Las tareas largas les son muy dificultosas, y es habitual que no acaben exámenes, que se salten preguntas, signos o incluso que aún sabiéndose bien las respuestas las den a medias por saltarse la segunda parte de una pregunta. También es común que sean desorganizados, que sus trabajos aparezcan sucios, incompletos, son “chapuceros” y se les etiqueta como tales.
3. IMPULSIVIDAD
Estos niños tienen muchos problemas para esperar, lo que les hace parecer maleducados; si quieren algo, en vez de pedirlo, lo que suelen hacer es cogerlo. Esta impulsividad les hace tener muchos problemas con los iguales.
La impulsividad se refleja también en un déficit de reflexividad, que hace que no valoren el riesgo, no son capaces de prever las consecuencias de sus actos por lo que se ponen en peligro y tienen más accidentes que otros niños de su edad.
En el aula les cuesta mucho esperar turno y seguir instrucciones, con lo que el aprendizaje les cuesta muchísimo.
Actualmente este trastorno es de los más consultados a pediatras, neurólogos y psicólogos.
En nuestra opinión, es muy importante hacer un buen diagnóstico del trastorno, cuidadoso, porque es común que haya un sobrediagnóstico ante algunos de estos síntomas y en ocasiones es sólo debido a los niños están más cansados, agobiados, o sencillamente es una etapa, si bien es cierto que con un buen diagnóstico y un tratamiento de apoyo, son niños que no tienen problemas en adquirir habilidades y en seguir normalmente el ritmo del aula.
En cualquier caso, estos síntomas no se deben perder de vista, ya que a medida que el niño crece, las dificultades se acumulan y los niños empiezan a sufrir las consecuencias de sus déficits.
Así que, queridos papis, como bien dice mi abuela “más vale prevenir que curar” y ante las sospechas de que vuestro hijo pudiera sufrir este trastorno es aconsejable acudir a un buen profesional que evalúe el trastorno y os aconseje cual es el mejor modo de actuación.
Licenciada en Psicología.
Experto en Terapia de la Conducta Infanto-juvenil y Familiar. Especialista en Atención Temprana. Experto en Clínica e Intervención en Trauma y E.M.D.R. niveles I,II y III. Diplomada en Educación Social. Psicóloga especializada en Duelo infantil y juvenil de la Fundación Mario Losantos del Campo.