El duelo es universal, todos hemos pasado o vamos a pasar por la experiencia de perder a un ser querido y es también una experiencia transcultural, otras civilizaciones y otras culturas han reflexionado sobre esta realidad para encontrarle un sentido.
El duelo es el proceso normal que comienza cuando muere un ser querido, que se suma a todo lo que uno ya es, porque es un proceso que está plagado de matices sutiles relacionados con nuestra forma peculiar de ser, de afrontar las crisis vitales, con el tipo de apoyo social que tenemos y con mil cuestiones que determinan que cada duelo sea único. Sin embargo tenemos tres certezas relacionadas con este proceso:
La primera es que produce dolor. Jorge Bucay en su libro El camino de las lágrimas afirma que los duelos duelen y no se puede hacer nada para evitarlo. A fin de cuentas duelo es una palabra de origen latino que significa dolor.
La segunda es que no existen normas universales para guiarlo. Existen generalidades pero no universalidades.
La tercera es que el ser humano está preparado para sobrevivir a la pérdida de sus seres más queridos. Buena prueba de ello es que desde que la humanidad habita la tierra nos hemos enfrentado en multitud de ocasiones a este hecho y sin embargo la especie no se ha extinguido. Otra prueba de ello es que la OMS afirma que el 90% de las personas que experimentan la pérdida de un ser querido atraviesan un duelo sano.
Por lo tanto podemos concluir que el duelo es un proceso instalado a un nivel casi biológico que se resuelve de una manera cuasi intuitiva y que en algunas ocasiones requiere intervención terapéutica.
¿Cuándo debemos preocuparnos?
Los signos que deben alertarnos de la necesidad de pedir ayuda son:
- Que el tiempo pase y las sensaciones sean exactamente las mismas. El tiempo en sí mismo no cura nada, es lo que uno haga con este lo que determina que un duelo tome un rumbo u otro; si 6 meses después de la muerte del ser querido las sensaciones son exactamente las mismas que las que teníamos cuando se produjo el fallecimiento o si tenemos la impresión de estar “atrapados/anclados” en el día de la muerte, entonces es momento de consultar con un psicólogo experto en duelo que nos ayude a guiar el proceso para desbloquearlo.
- Los síntomas físicos. La dificultad para conciliar el sueño, que es normal al principio, puede ser un indicador muy significativo de que el duelo se ha bloqueado o complicado. La pérdida de peso brusca, dolores de cabeza que no parecen responder a ningún problema orgánico, dolor punzante en el pecho. Esos síntomas pueden estar escondiendo o enmascarando el malestar propio del duelo, que necesita ser drenado y liberado.
- Cuando han pasado más de 6 meses y el duelo interfiere con la capacidad para llevar una vida normal. Me refiero a cosas tan prácticas como no poder reincorporarte a tu puesto de trabajo de manera normalizada, a la necesidad de estar sólo e ir aislándose más y más progresivamente. A la incapacidad para hacer planes a largo plazo.
Este listado no pretende ser exhaustivo, y tampoco pretende sustituir a la consulta de un especialista. Tan sólo busca ser una humilde guía para personas que puedan estar atravesando un momento difícil, al hilo de la pérdida de un ser querido. En caso de duda, lo mejor siempre es consultar a un psicólogo experto en duelo, que deberá analizar los detalles de cada caso concreto, siempre a la luz de las vivencias de cada uno y de la cultura a la que se pertenezca, porque determinadas expresiones emocionales son normales en algunas culturas mientras que no lo son en otras y esos aspectos son fundamentales a la hora de valorar la necesidad de recibir terapia de duelo. A fin de cuentas como dijo Thomas Carlile “Para disipar una duda, cualquiera que sea, se requiere una acción”