El mutismo selectivo es poco frecuente, eso quiere decir que no es habitual encontrárnoslo en la consulta y que hay pocos niños y niñas que se vean afectados por este trastorno.
Consiste en una incapacidad para comunicarse de manera verbal en determinados entornos, es decir, el niño con mutismo tiene dificultades para hablar en algunos lugares o con determinadas personas, mostrando una gran ansiedad ante esas situaciones.
Por ejemplo:
- Niños que en casa con sus padres hablan perfectamente y en el colegio no.
- Niños que cuando otros adultos les preguntan los años, o su nombre, parece que se quedan congelados y son incapaces de responder.
- No responden en el pediatra.
- Hablan con algún compañero de clase y con el resto no.
- Hablan con los abuelos pero con los tíos no.
- Niños que hablan de manera habitual hasta que aparece un extraño.
- No responden en el aula.
- Evitan hablar delante de desconocidos.
- No hablan fuera de casa.
El mutismo ha evolucionado mucho en los últimos años; ha pasado de ser un trastorno que elegía el niño a estar relacionado con el habla, para acabar en los trastornos de ansiedad infantiles, ya que es lo que genera a los niños: una ansiedad incapacitante que provoca que estos no sean capaces de afrontar situaciones de habla con determinadas personas o circunstancias.
Es un trastorno que suele dar problemas ya que en su inicio se confunde al niño mutista con un niño tímido, y los padres y familiares que le rodean tratan de excusar su actitud pensando que es vergonzoso, provocando que el niño pueda escapar de aquellas situaciones con una excusa perfecta:
- Es tímido.
- Es muy vergonzoso.
- Se ha asustado.
- Contestando por él.
En este último caso, que es algo habitual, cuando les pedimos lo que quieren en un restaurante, contestamos a los vecinos que nos cruzamos en el ascensor, incluso sus compañeros de colegio contestan por ellos lo que se hace es que ese problema se haga más resistente y cueste mucho tratarlo posteriormente.
Es muy importante de cara a la intervención que tanto los profesionales como las personas del entorno de los niños tengamos las mismas pautas y vayamos en una misma línea.
Nosotros trabajamos el mutismo desde una orientación cognitivo-conductual; damos pautas a los padres para que puedan manejar situaciones, al igual que a los profesores. Algunas recomendaciones básicas serían:
- No contestar por él.
- Sacarle de la situación ansiosa mantenida.
- Establecer unos objetivos pequeños y graduales que el niño pueda conseguir.
- Trabajar por acercamiento a la conducta del habla.
- No castigar el no habla.
- No premiar en exceso el habla.
- Evitar que otros se sorprendan cuando consiga hablar.
- Enseñar al niño a relajarse.
- Retirar poco a poco.
Hay que tener mucha paciencia y confianza, al final los niños acaban hablando en distintas situaciones estructuradas.
Es importante evitar aquellas situaciones en las que se habla del niño, o hablan del niño en su presencia. También hay que tener en cuenta que los padres son fundamentales: el tratamiento suele comenzar en casa, que es donde este se siente más seguro, y a partir de ahí ir proporcionándole situaciones nuevas en las que se pueda dar el habla.
En nuestro centro pensamos que sin los padres el mutismo no puede avanzar de manera adecuada y podemos ofrecer una guía y soporte a aquellos que lo necesiten.
Igualmente es importantísimo detectarlo de manera temprana; ante los primeros síntomas de incapacidad para hablar hay que acudir a un profesional, ya que las intervenciones a edades tempranas dan mejores resultados que las que se prolongan en el tiempo.

Licenciada en Psicología.
Experto en Terapia de la Conducta Infanto-juvenil y Familiar. Especialista en Atención Temprana. Experto en Clínica e Intervención en Trauma y E.M.D.R. niveles I,II y III. Diplomada en Educación Social. Psicóloga especializada en Duelo infantil y juvenil de la Fundación Mario Losantos del Campo.