Todos los días, los niños comparten espacios de juego y los padres y madres les instan a compartir: “venga, hay que compartir, déjale tu juguete al niño”. Y, en algunas de estas ocasiones, hemos podido escuchar “¡este niño es un egoísta!” en niños menores de dos o tres años.
Ahora bien, ¿los adultos compartimos? ¡No compartimos casi nada! Cuando decimos que un niño no quiere compartir lo vemos desde nuestro prisma. Los niños comparten de manera natural.
Imaginaos que se os acerca un adulto de una edad semejante a la vuestra, se sienta en la mesa donde estáis sentados y vuestra pareja os dice “déjale tu móvil un rato que a cambio te va a dar una revista”. ¿Qué harías?
Supongamos ahora que ocurre la misma situación pero en lugar de ofrecerte una revista, te ofrece un dron de última generación que estás deseando probar. Quizá, en esta situación, te puedas permitir prestar tu móvil durante unos minutos para disfrutar del cambio que te están ofreciendo.
Por ello, cuando los niños comparten, debemos tener en cuenta:
Qué comparten
- Si es un juguete muy novedoso o muy deseado por el niño, le va a costar más compartir.
- Es más probable que comparta cuando pueda dividirse o repartirse con facilidad y cuando sea algo que se premie socialmente (caramelos, tarta…).
- Lo idóneo es empezar por ofrecer o intercambiar algo que no limite en gran medida su disfrute.
A cambio de qué
- Va a haber menos probabilidad de que comparta si le pedimos que lo haga y no le ofrecemos nada a cambio; o lo que le ofrezcamos, como en el primer ejemplo, sea algo no muy deseado.
A quién
- No es lo mismo que comparta con un niño que conoce de antes y que, por experiencias previas, pueda anticipar cómo ha reaccionado o qué ha pasado cuando ha compartido. Además de preferir compartir con un amigo con el que ya tiene relación y no con un niño que acaba de conocer.
Durante cuánto tiempo
- A los niños pequeños les cuesta mucho entender el concepto de compartir y el “todo es de todos”. Para poder hacer su entorno más predecible y probabilizar el compartir, es mejor organizarlo en turnos. Es decir, si le vamos a pedir que comparta, que sea durante un rato establecido y se cambia de nuevo.
En resumen:
- Los niños son selectivos respecto a quién dejan sus cosas.
- No siempre van a querer compartir. Habrá veces en las que compartirán de buen grado y, en otras ocasiones, no cederán.
- El discurso “tienes que ser generoso…” no siempre funciona.
- Hay que respetar cuando algo es realmente valioso para ellos o les está generando mucho disfrute en un momento determinado.
- Muchas veces la intervención del adulto que le anime a compartir, puede generar un conflicto que quizá no se hubiera generado sin dicha intervención.
- El compartir, como el resto de cosas, es evolutivo; cuanto más mayores son, más adquieren determinadas habilidades sociales, empatía, etc… Que les ayudan a compartir.
- Distinguir qué es suyo (juguetes que traiga de casa) y qué es de todos (columpios en el parque).
- No decirle adjetivos negativos que puedan dañarle: “eres un egoísta”.
- Se puede preguntar a los dos niños si les gustaría intercambiarse algún juguete por un tiempo, sin obligar.
- Si tu hijo quiere un juguete que no es suyo, una alternativa es anticiparnos y distraer su atención hacia otro punto o juguete, antes de que se genere el conflicto.
- Es más potente respetar y validar a nuestros hijos que forzarles (muchas veces por el apuro de los propios padres) a compartir.
- La mayor parte del aprendizaje se produce por observación. Por lo tanto, el mejor aprendizaje que tienen los niños es mediante la imitación de figuras de referencia que compartan.
- Para que se pueda instaurar el aprendizaje de compartir, hay que reforzar cada vez que el niño lo haga.
- Probablemente, los niños compartan mucho más que los adultos.
Graduada en Psicología por la Universidad Autónoma de Madrid. Máster en Psicología General Sanitaria (Universidad Pontificia de Comillas). Máster en Terapia Cognitivo-Conductual con niños y adolescentes (Universidad Pontificia de Comillas).