Todos los padres conocemos de sobra situaciones como ésta: “Blanca, ¿te has lavado los dientes?”
Respuesta: “No. No me lo habías dicho”. Y la madre de Blanca no sabe si matarla, pasar de ella o, por enésima vez en el día, o lamentarse de que tiene que repetir lo mismo setecientas veces, como si nadie supiera nunca por sí mismo lo que debe hacer.
Mamá es el «Gran Jefe»
Mamá lo controla todo: sabe dónde están los pantalones verdes, se acuerda de cuándo hay que llevar la ropa de gimnasia, nos da las vitaminas por la mañana…. Y se desgasta repitiendo una y otra vez cosas que ya deberían ser obvias desde hace tiempo. ¿Por qué esperan a que les mandemos poner los platos sucios en el fregadero, si saben que lo tienen que hacer siempre? ¿Cómo es que se sorprenden de que nos enfademos porque el albornoz está tirado en el suelo después de la ducha, si ya deberían estar acostumbrados?
A veces uno tiene la sensación de que lleva ocho, diez, doce o…. los años que sea repitiendo lo mismo, y que no parece servir de nada. ¿Es que no prestan atención, no escuchan o son incapaces de aprender? También los profesores se quejan de que cada vez los niños en clase son más dependientes y esperan una atención exclusiva por parte del profesor.
Con frecuencia, a nuestros hijos les cuesta hacer planes, decidir, tomar iniciativas y actuar por su cuenta. Sencillamente, no han aprendido a autocontrolarse. Se dejan llevar por papá o mamá y, en el mejor de los casos, hacen lo que se les dice, pero casi nunca por iniciativa propia. No son autónomos, o al menos no tanto como debieran. Los niños no son autónomos cuando, por ejemplo, no saben lo que quieren, no encuentran nunca lo que seguro que está en su sitio, esperan siempre a que se les diga lo que deben hacer y, cuando lo hacen, no parecen ser capaces de decidir por sí mismos si está bien o mal hecho. En resumen, hay que ir detrás de ellos para todo.
Fomentar la autonomía
La autonomía se educa, por supuesto. Y, paradójicamente, a veces nuestros hijos no se hacen responsables porque no les dejamos asumir suficientes responsabilidades. Es cierto que esto nos sitúa ente un círculo vicioso: “¿Cómo voy a dejar de revisar su agenda, si ni siquiera se acuerda de coger su abrigo? Sería un desastre.” Y sí, tal vez lo fuera al principio. Pero poco a poco aprendería las consecuencias de hacer o no las cosas, y de hacerlas bien o mal.
Tendemos a darles muchas cosas solucionadas. “Pedro, dobla esa camisa y guárdala”. Seguro que Pedro informa de que no sabe doblar camisas y de que, además, no sabe dónde se guardan. Y lo más fácil es que su madre coja finalmente la camisa y, entre protestas, termine por doblarla y guardarla ella misma.
Muchas situaciones cotidianas nos pueden servir para fomentar la autonomía de nuestros hijos. Volviendo al ejemplo anterior, Pedro podría haber doblado como mejor supiera la camisa. A continuación, se lo enseña a su madre, y ésta le ayuda a decidir por sí mismo si aquello está bien hecho. Si no es así, le enseña, y Pedro la vuelve a doblar. A continuación, Pedro lleva la camisa a su armario y, buscando con paciencia, es casi seguro que encontrará dónde colocarla. ¡Incluso es posible que deje el armario cerrado!
Enséñale tú
Una persona autónoma sigue los siguientes pasos para actuar:
- Percibe una demanda: “David, recoge tu cuarto”
- Establece objetivos: “Debo guardar los juguetes, cerrar el armario y hacer mi cama”
- Planifica su acción: “Voy a empezar por los juguetes, y dejaré la cama para el final”
- Se “autodirige”: “Bien. Ya están los coches. Ahora me quedan los legos”
- Evalúa él mismo el resultado: “¿Está todo? ¿Los juguetes? ¿La cama?”
- Se autorrecompensa: «Sí, ya está todo bien. Lo he hecho fenomenal.»
Hasta que aprenda, acostúmbrate a dirigirle con preguntas del tipo:
- Qué tienes que hacer
- Cómo lo vas a hacer
- Qué alternativas tienes
- Cómo puedes solucionar ese inconveniente
- Qué crees que deberías hacer ahora
- Crees que ya está bien hecho: si no es así, qué falta
¡Y, sobre todo, no pierdas la paciencia!
Directora del Centro. Licenciada en Psicología.
Máster en Psicología Clínica Infanto-Juvenil y Familiar (Grupo Luria) y Especialista en Estimulación Precoz y Atención Temprana (ACIT). Experto en Medicina Psicosomática y Psicología de la Salud por la Sociedad Española de Medicina Psicosomática y Psicoterapia (Universidad San Jorge, Zaragoza). Terapeuta EMDR NI adultos y niños y adolescentes (Instituto Español EMDR, acreditada por EMDR Europe). Experto en Mindfulness para la intervención clínica y social (COP Madrid, 2018). Especialista en ACT en infancia y adolescencia (MICPSY, 2021)
Sara says
Belén, me he imprimido el artículo para poder tenerlo delante cuando el angelito rubio de mi sobrino de 7 años haga de las suyas. Ya te contaré cómo nos funciona.
Me quedo con un resumen:paciencia, todo es entrenar. Gracias.