No deja de sorprenderme el impresionante éxito de Lo imposible (The Impossible. Juan Antonio Bayona, 2012) que a día de hoy es, nada más y nada menos, la película más taquillera de la historia del cine español, triunfando además en cada país en que va siendo estrenada. Más allá de la excelente campaña de marketing organizada, y la indiscutible calidad alcanzada gracias al buen trabajo de su equipo técnico y artístico, este espectacular resultado se asienta, en mi modesta opinión, por algo que va más allá de lo estrictamente cinematográfico: Lo imposible es un filme “con alma”, y su historia, que es la de la supervivencia de unas personas de carne y hueso enfrentadas a una catástrofe que les sobrepasa, nos resulta realista, plausible. Sus reacciones, miedos e inseguridades son las de todos nosotros, nos parecen “de verdad”. Y la necesaria dureza de algunas de sus secuencias, sin caer en ningún momento en la truculencia gratuita, refuerza ese verismo que posibilita la verdadera empatía hacia su sufrimiento primero, desbordante alegría después. Y es que sí, al final y pese a la sucesión de desgracias, el final es feliz; feliz relativamente, pues la traumática experiencia vivida deja secuelas profundas, en los niños y los adultos.
Habrá a quien le parecerá una conclusión forzada —pese a estar basada en hechos reales—, habrá a quien le resulte sensiblera y manipuladora —ya se sabe: los niños, la música. Como todo en la vida, esta película es imperfecta, pero si algo puedo afirmar firmemente convencido es que emociona, emociona de verdad; asistimos a su visionado acongojados ante la magnitud del desastre acontecido, y conforme el drama de esta familia se va tornando en felicidad por el anhelado reencuentro experimentamos la misma sensación, saliendo del cine reconfortados ante una verdadera experiencia vital que integrar en nuestras respectivas existencias: la superación de cualquier adversidad, por terrible que esta sea, está a nuestro alcance si ponemos en liza las cualidades que nos definen como personas, esas que mejor nos caracterizan como seres humanos. Un mensaje positivo, esperanzador y, digámoslo alto y claro, ¡realista!, que en último término explicaría el éxito masivo de este excelente filme. Porque estamos muy necesitados de buenas noticias, y no sólo en nuestro país. Mejor tenerlo bien presente, por si en algún momento de nuestras vidas nos tocara hacer frente… a “lo imposible”.

Licenciado en Psicología.
Master en Psicología Clínica y de la Salud por la Universidad Complutense de Madrid. Psicólogo colaborador de la Clínica Universitaria de Psicología de la Universidad Complutense de Madrid
María Prieto Ursua says
¡Qué bonito artículo y qué bien escrito!
Víctor de la Torre says
¡Muchas gracias, María!