Las actitudes de los niños frente al dinero pueden ser muy variadas. Los hay manirrotos, ahorradores, tacaños, generosos, sabios administradores o capaces de dilapidar su fortuna en diez minutos. Pero, además, los padres deberíamos ser capaces de transmitir a nuestros hijos otros valores a través del dinero. Hablamos de esfuerzo, generosidad, honradez, trabajo..
En la situación económica actual, pocas son las familias en las que no ha tocado “apretarse el cinturón” en mayor o menor medida. Es la ocasión perfecta para educar a los niños en el valor del dinero.
¿PAGA SÍ O NO?
Tener una paga fija es algo muy educativo, si se hace bien. Desde luego, hay que esperar a que el niño sepa sumar y restar correctamente. Antes de los seis o siete años, le cuesta comprender el concepto de gasto.
A partir de esa edad, es estupendo que el niño disponga de un dinero de bolsillo limitado.
La cantidad que debéis darle la podéis fijar calculando sus posibles “necesidades”. No os dejéis embaucar por la consabida historia de “a todos mis amigos les dan más”. Vuestro criterio es el que debe imperar.
Eso sí, hay que mantenerse firmes. Si el niño tiene una paga, debe atenerse a ella. Si cedéis cada vez que el niño pide un “extra”, la paga pierde todo su sentido.
LOS PEQUEÑOS: EL DINERO, SIMPLEMENTE, SE TIENE
Para los niños de menos de 5 ó 6 años, el dinero simplemente está ahí. No son conscientes de que hay que ganarlo, ni de que se acaba. Y si llega ese caso, con “pedirle” más a un cajero automático…
A esta edad, es bueno que os acompañen en las compras. Que vean que todo cuesta dinero: no sólo los caramelos que se les antojan en la caja del supermercado, sino también la comida, la ropa… De otra forma, podrían pensar que las necesidades básicas están cubiertas por defecto, y que el dinero sólo existe para caprichos.
En este grupo de edad, son esencialmente tres las ideas relativas al dinero que podéis inculcar:
- El dinero hace falta para muchas cosas: unas son útiles y necesarias y otras son caprichos o actividades de ocio, muchas de ellas prescindibles o sustituibles.
- El ahorro es muy importante
- No todos tienen la suerte de tener dinero. Y éste puede también utilizarse en ayudar a otras personas.
CUANDO YA TIENEN PAGA
Ahora ya saben sumar y restar, pueden pagar y recibir el cambio y, lo que es más importante, saben que el dinero se puede acabar y que una cantidad, la que sea, no es infinita y no da para comprarlo todo.
Esta es una buena edad para insistir, además de en los valores anteriores, en tres ideas nuevas:
- Si cuidamos las cosas que usamos, evitamos gastos innecesarios y podemos usar ése dinero para otras cosas.
- El dinero se obtiene a cambio de trabajo. Y ahora mismo, es fácil que tengan cerca a alguien que no tiene trabajo. Buena ocasión para que se paren a pensar lo que eso supone.
- Además de ayudar a quienes no lo tienen, el dinero también nos permite complacer a los que nos rodean: regalitos pequeños en los cumpleaños, un detalle con los hermanos, etc.
¿Y LOS MÁS MAYORCITOS?
Desde aproximadamente los nueve años, los niños ya pueden asumir dos nuevos valores:
- Todos tenemos derecho a recibir dinero a cambio de trabajo, pero no a cambio de nada. Eso no es un derecho, sino un privilegio que ellos tienen.
- Hay que organizarse y administrar el dinero de forma que nos permita afrontar los gastos de un período determinado de tiempo.
A esta edad, no es mala idea que los chavales tengan una parte de su paga “fija” y otra “por incentivos”, de forma que sus esfuerzos sean económicamente compensados. No se trata de pagar a los niños por cumplir con su obligación (sacar buenas notas, o recoger la mesa cuando les toque). Pero sí podemos animarles a ofrecer su ayuda en tareas extra que en principio no les corresponden y que pueden ayudarles, por ejemplo, a ahorrar más rápidamente para comprarse lo que tanto desean.
EDUCAR LA AUSTERIDAD
Cuando el padre o la madre están parados en una familia, los ingresos decrecen. Y no pasa nada porque los niños lo sepan. Ocultarles la realidad no les protege; al contrario, pueden perder la ocasión de, colaborando, sentirse útiles y parte esencial de la familia.
Es importante no asustarles más de lo debido. Pero sí hay que insistirles en que ellos también pueden ayudar. ¿Cómo?
- Las cosas se pueden arreglar cuando se estropean: no es necesario comprar una nueva mochila porque se le ha soltado un tirante. Se puede llevar a coser.
- La ropa, la comida, el material escolar….. las hay de distintas calidades y precios. No siempre las marcas famosas son lo mejor. O no siempre necesita uno llevar lo mejor…
- Hay muchos tipos de ocio. Desde luego, puede ir toda la familia al cine con palomitas. Pero seguro que no es peor plan elegir una peli entre todos para alquilarla y verla en casa con una pizza casera que los niños han ayudado a elaborar.
- Las vacaciones. Hace poco leí la reflexión de un alto ejecutivo en paro y con problemas económicos. Las vacaciones familiares siempre habían sido espectaculares (países exóticos, hoteles de lujo…). Se sorprendía de haber visto disfrutar más a sus hijos en un cámping cercano a casa que en cualquiera de los viajes anteriores.
- Y no olvidemos los clásicos: la luz y el agua cuestan dinero, se puede caminar a muchos sitios sin necesidad de mover el coche, etc
No lo olvidemos: la crisis es para todos. Y, ya que estamos, aprovechemos para enriquecer la educación de nuestros hijos.
Directora del Centro. Licenciada en Psicología.
Máster en Psicología Clínica Infanto-Juvenil y Familiar (Grupo Luria) y Especialista en Estimulación Precoz y Atención Temprana (ACIT). Experto en Medicina Psicosomática y Psicología de la Salud por la Sociedad Española de Medicina Psicosomática y Psicoterapia (Universidad San Jorge, Zaragoza). Terapeuta EMDR NI adultos y niños y adolescentes (Instituto Español EMDR, acreditada por EMDR Europe). Experto en Mindfulness para la intervención clínica y social (COP Madrid, 2018). Especialista en ACT en infancia y adolescencia (MICPSY, 2021)