Para muchas, infinidad de personas, amar y ser amado constituye uno de los mayores anhelos de su existencia… y no seré yo el que le reste significación. Pero ¿realmente sabemos lo que es el amor? Y lo que es seguramente más importante, ¿amamos de manera saludable? En la conceptualización contemporánea de un término con milenios de historia aún siguen pesando, y mucho, determinados mitos acerca de cómo debe experimentarse esta emoción que, pese a su uso coloquial, son susceptibles de provocarnos gran malestar, pues alimentan visiones de las relaciones de pareja que no son precisamente sanas: ¿quién no ha escuchado hablar de su media naranja? Aquella persona junto a la que seremos felices para siempre, comeremos perdices y demás. Como deseo no está mal, pero ojo con considerarla la única vía para alcanzar la esquiva felicidad; el problema radica en que, tal cual está planteada, esta creencia inflexible nos aboca a la frustración, e insatisfacción consecuente, por generar unas expectativas que a buen seguro nadie, por estupendo que sea, puede satisfacer. Eso por no hablar de que el paso del tiempo, implacable, lo pone todo a prueba, inclusive al (supuesto) gran amor de nuestra existencia.
Así las cosas, mejor asumir que la manera sana de amar, aquella que posibilita relaciones más estables y plenas, se alcanza cuando nos sentimos satisfechos con los estándares de nuestra vida, siendo capaces de constatar que las vías de realización personal que consideramos importantes, nos generan bienestar. El error parte de pensar que si esto falla ha de ser otr@ quien llene nuestra existencia, otorgándole sentido… cuando lo más probable es que ello agudice los problemas preexistentes, abocándonos a la desilusión y al malestar. A nadie se le puede cargar con esa responsabilidad, pues somos nosotros, en último término, los garantes de nuestra propia felicidad. Volviendo al encabezado de este artículo, creer que el amor me completa es un error; justo al contrario, para vivenciar la experiencia amorosa en toda su plenitud debemos llegar lo más completos posible para, en palabras de Miguel Costa, aunar biografías de manera armónica, satisfactoria.
Y es que este encuentro, si bien se produzca en las mejores condiciones, resultará siempre complejo, en ocasiones dificultado por las circunstancias propias de cada miembro de la pareja. Todos tenemos un pasado, y podemos vivir un presente tensionado por los requerimientos del día a día, siendo importante tenerlo presente porque la persona querida, a buen seguro, se verá influida por similares condicionantes. En este punto resulta conveniente volver a otro de los mitos —a los cuales alude Iñigo Cansado de Noriega, con lucidez, en su reflexión acerca del enamoramiento— más presente en la sociedad, y por ello mismo más dañino: el amor lo puede todo. ¿Qué se deduce de este enunciado? ¿Qué hay que estar dispuesto a hacer lo que sea por la persona amada? En absoluto. Amar implica, como en tantos otros aspectos de nuestra vida, una elección. Y de la misma manera que elegimos iniciar una relación, podemos optar por ponerle final cuando seamos plenamente conscientes de que, pese a haberlo intentado, no somos felices. Cierto que acostumbra a ser difícil, como todas las decisiones realmente importantes, pero la alternativa supone instalarnos en un camino que conduce a la tristeza y el sufrimiento.
Tengámoslo bien presente, para evitar la tortuosa deriva del enamoramiento patológico. Confiamos en que las siguientes pautas generales os serán de gran ayuda:
- La vara de medir de una relación ni es, ni puede ser, estar permanentemente “como al principio”: las mariposas en el estómago duran lo que duran, siendo sustituidas progresivamente por la solidez de un intercambio emocional equilibrado
- Tu pareja no ha venido al mundo para hacerte disfrutar, y viceversa. Ser felices es una responsabilidad mutua
- El sentido común no es el enemigo del amor; bien al contrario, constituye uno de los puntales de una relación sana
- Presta atención a la satisfacción de necesidades de tu pareja, sin descuidar las tuyas propias
- La ausencia de conflictos no es la panacea; estos forman parte de nuestra cotidianeidad, y como no podía ser de otra manera surgirán de manera natural en nuestras relaciones. Aprender a gestionarlos resulta fundamental
- Establecer una comunicación fluida con la persona amada, sincera y asertiva, constituye otra garantía de éxito
- Para saber amar a los demás, lo primero es amarse a uno mismo: tener una vida sana, en plenitud, es el principal puntal de la autoestima
- No todo en la vida es romanticismo: quiere, y déjate querer, por tu familia y amigos
- Cuando el amor se termina, se termina. Es triste, pero también ley de vida; trata de poner punto y final de la mejor manera posible. Vuestros recuerdos, el legado de la relación os pertenecen a los dos, y son para siempre
- Si la ruptura se complica, con desencuentros y mucho sufrimiento, te recomendamos consultar a un psicólogo.
Licenciado en Psicología.
Master en Psicología Clínica y de la Salud por la Universidad Complutense de Madrid. Psicólogo colaborador de la Clínica Universitaria de Psicología de la Universidad Complutense de Madrid