¿Disfrutar de la adolescencia de un hijo? Con demasiada frecuencia nos suena raro. A menudo hacemos coincidir los conceptos de adolescencia y tortura. Y esa actitud, que genera sobre todo miedo, puede hacer que no seamos capaces de apreciar las muchas cualidades que tienen los adolescentes, lo mucho que pueden aportar a la familia.
1.- HAY TANTAS COSAS QUE LES INTERESAN…
Vale, es posible que no coincidan exactamente con las que tú consideras prioritarias. Pero el adolescente está aprendiendo cómo funciona el mundo adulto y, por tanto, les interesa la actualidad, la cultura, las costumbres, los lugares…. ¡Son “nuevos” en esto y merece la pena disfrutar y compartir sus descubrimientos! Su perplejidad es con frecuencia divertida y tierna.
Recuerda que comunicarse no es interrogar. Déjale hablar. Comenta con él tus opiniones, lo que te divierte, lo que te preocupa…. Charla sin más con él, comenta lo que veis en la tele, lo que os llega a través de las redes sociales, lo que les ocurre a familiares y amigos…
2.- SON INTENSOS
Cuida sus emociones, que a veces les desbordan. Esté confundido, triste o eufórico, no minimices sus sentimientos ni les quites importancia. Recíbelos con ecuanimidad y sé tú un buen modelo de autocontrol para que aprenda a gestionarlos.
Pon atención en no etiquetarle. Si tienes que criticar algo, critica su conducta, pero sepárala de su persona. No es lo mismo “tu cuarto está hecho un desastre” que “eres un desastre”. Piensa que la segunda afirmación no deja opción a soluciones: si uno es un desastre, para qué esforzarse.
3.- APRECIAN MUCHO TU CONFIANZA
Para ellos, saber que confías en ellos y que les crees capaces de ejercer correctamente su creciente libertad es muy importante. Aprovéchalo. No olvides que para que alguien sea responsable, debe tener ocasiones de ejercer su responsabilidad.
4.- SON BUENOS NEGOCIANDO
A los adolescentes, desde luego, les gusta probar los límites. Es lo que corresponde. Pero eso no necesariamente es un inconveniente. Suelen aceptar bien las negociaciones, siempre que perciban en el adulto la voluntad sincera de llegar a un acuerdo justo y razonable. Además, agradecen (por supuesto, ¿no lo harías tú?) que su opinión se valore y sea tenida en cuenta, y que sus argumentos se escuchen hasta el final (lo que les permite, a veces, darse cuenta de que no se sostienen…).
No responden tan bien al “porque sí”, porque para guiarse por el razonamiento emocional ya están ellos. Lo que no quiere decir que vayan a estar siempre de acuerdo contigo. A veces, claro, tu decisión adulta prevalecerá, pero fundamentada en un argumento sólido, con el que no es imprescindible que estén de acuerdo.
5.- LES ENCANTA SABERSE QUERIDOS.
Sí, de verdad, aunque a veces pinchen. Hay que buscar, eso sí, la forma particular en la que cada adolescente acepta las manifestaciones de cariño. Que pueden ser tan peregrinas como intercambiar collejas. Pero la familia y los padres son muy importantes para los adolescentes. Son el marco de referencia estable que les permite encuadrarse. Necesitan tus límites y tu exigencia, pero todavía necesitan también tu ternura.
6.- SON MUY DIVERTIDOS
Los adolescentes son divertidos. Tienen ocurrencias geniales y es sorprendente descubrir cómo su humor va haciéndose poco a poco adulto. Suelen ser agudos, críticos y socarrones.
Ríete con tu adolescente. Tendréis un buen ambiente en casa y probablemente sea una de tus mejores inversiones de futuro.
Y usa el humor para poner límites y corregir (con cuidado de no dar la impresión de que te ríes de él). Obtendrás mejores resultados que a gritos, seguro.
TODO TIENE SU EXPLICACIÓN: NO TE LO TOMES TODO COMO OFENSA PERSONAL
Mira la foto: es el resultado de la orden “haz tu cama y levanta la persiana”. Un palmo de persiana levantada y un edredón apenas estirado. Y el adulto piensa : “¿se está riendo de mí?”. Probablemente, no. Y si eliges enfadarte, probablemente tu adolescente no lo entenderá. Son muchas las razones fisiológicas que condicionan su manera de actuar. Lo que no quiere decir que no deba aprender a controlarse.
Es verdad que hay conductas cargantes en los adolescentes. Pero casi todas se explican por los cambios físicos que conlleva la edad.
Son impulsivos e impacientes para lo que quieren, pero indolentes y desganados para lo demás:
En el adolescente, los niveles altos de testosterona y estrógenos favorecen la liberación de dopamina, un neurotransmisor implicado en la pulsión por la recompensa que provoca que el adolescente tienda a elegir la ganancia inmediata y no esté dispuesto a esperar para conseguir lo que desea. Según las resonancias magnéticas, las áreas cerebrales que nos permiten no regir nuestra conducta por lo que nos apetece en cada momento sólo se activan si se anticipa una recompensa (y piensa que, por ejemplo, “un baño ordenado” no es una recompensa para él). Por eso si le dices a un adolescente “recoge el baño”, sin más, es probable que se olvide, no es importante para él. Si añades “cuando recojas el baño ponemos la película”, se activarán las zonas cerebrales correspondientes, su cerebro responderá y hará lo que le dices.
No hay forma de que se duerman a una hora normal, y luego no hay quien los levante.
El reloj del sueño se atrasa en la adolescencia, y es cierto que no tienen sueño a la hora de acostarse. La melatonina, la hormona que induce el sueño, se segrega cada vez más tarde a partir de la pubertad. No tienen sueño por la noche y como necesariamente se tienen que levantar para ir a clase, acumulan cansancio y, con frecuencia, irritabilidad.
Comen descontroladamente
Los paquetes de galletas enteros en las meriendas, los cereales que no duran dos días, la presencia permanente de tu adolescente unido al tirador de la nevera…. ¿Tienen un trastorno de alimentación? No, tienen HAMBRE, sin más. Ten en cuenta que en la adolescencia se adquiere hasta un 40% del peso definitivo, a una velocidad muy rápida. Los chicos duplican su masa muscular y las chicas su tejido adiposo. Y eso, obviamente, necesita “combustible”. Ellos tienden a los hidratos de carbono, a los dulces… proporciónales además otras alternativas saludables.
Son torpes y destartalados:
Claro, necesitan acostumbrarse a sus nuevas dimensiones y a su nueva fuerza. Si tú cambias un instrumento que utilizas constantemente, por ejemplo el móvil, ¿no necesitas también un periodo de adaptación hasta que su manejo vuelve a hacerse automático y eficiente?
Si a esta falta de control sobre su cuerpo añadimos la dificultad en el control emocional, obtenemos postazos, golpes excesivamente fuertes…
No tienen sentido del tiempo, no se organizan, improvisan y les pilla el toro.
El cerebro no madura todo al mismo tiempo. Por ejemplo, es anterior la maduración del sistema límbico (más básico, responsable de las emociones) a la de la corteza prefrontal, donde se aloja la capacidad de autocontrol, de planificar, de anticipar lo que viene después, de gestionar las emociones en pro de la consecución de metas, de control de los impulsos… Y la conducta es un reflejo de la maduración cerebral. Todo llegará, no te preocupes.
Cambian de estado de ánimo como de camiseta:
Cierto. Además del control sobre las emociones que su lóbulo prefrontal aún no es capaz de ejercer, los cambios hormonales son intensos a esta edad, y condicionan su ánimo y su conducta.
En definitiva, buena parte de la conducta incordiante de un adolescente no es elegida. No pierdas esta idea de vista y céntrate mejor en disfrutar de las muchas cualidades positivas que también tienen. Enséñale cómo se hace eso de no dejarse llevar por las emociones y los impulsos…. ¡Suerte!

Directora del Centro. Licenciada en Psicología.
Máster en Psicología Clínica Infanto-Juvenil y Familiar (Grupo Luria) y Especialista en Estimulación Precoz y Atención Temprana (ACIT). Experto en Medicina Psicosomática y Psicología de la Salud por la Sociedad Española de Medicina Psicosomática y Psicoterapia (Universidad San Jorge, Zaragoza). Terapeuta EMDR NI adultos y niños y adolescentes (Instituto Español EMDR, acreditada por EMDR Europe). Experto en Mindfulness para la intervención clínica y social (COP Madrid, 2018). Especialista en ACT en infancia y adolescencia (MICPSY, 2021)