La vuelta la cole: líos, prisas, chismes nuevos … y las quejas de “mamá, no quiero ir al colegio”. A veces, con una cara de angustia que nos hace preguntarnos si no estaremos pasando por alto un problema real.
Asumimos que el “no quiero ir” está bastante extendido y, la mayor parte de las veces no esconde, afortunadamente, una dificultad especial.
¿Y NO SERÁ PEREZA?
No nos engañemos: a ninguno nos gusta que se terminen las vacaciones. Fin de la libertad, del remoloneo, de dormir lo que necesites y más… Para ellos y para nosotros.
Los niños tampoco quieren volver a las rutinas (incluso si en último término son beneficiosas para ellos –son niños, no van a hacer esa reflexión-). Los horarios, las prisas, los padres estresados, la responsabilidad del rendimiento… no es un panorama apetecible. Por mucho que les digamos que se van a reencontrar con sus amigos, que vuelve el fútbol o la danza, que van a aprender mucho, que “ya verás qué simpática es tu tutora de este año”…. Todo cierto, pero, de momento, no les compensa.
Tanto es así que algunos niños, quizá más sensibles, pueden ponerse irritables. Y estar así unos días, incluso un par de semanas. Sin que haya un problema serio de fondo. ¿Pero de qué nos extrañamos? ¿Cuántos adultos se ponen insufribles porque tienen que volver al trabajo?
Al hilo de este tema, quizá nos vendría bien reflexionar sobre qué tipo de modelo somos para ellos. Si a ti te pone de mal humor la vuelta a la rutina, y te cuesta controlarte, no ayudas a que la vuelta al cole de tu hijo le resulte más fácil.
PERO HAY EXCEPCIONES, CLARO.
Sí, también hay niños que no quieren volver al colegio porque tienen miedo. ¿De qué? Los motivos pueden ser muy variados: problemas de relación que quedaron sin resolver el curso anterior, cambios que les hacen sentir inseguros (de etapa, de compañeros, incluso de colegio) o preocupación por el rendimiento que puede o no estar justificada por experiencias anteriores.
Los pequeños, y a veces no tan pequeños, pueden tener miedo a la separación de sus padres. También a la relación con los compañeros, si es difícil para ellos.
¿Y cómo sabemos si hay un problema real? Pues, una vez pasado un tiempo mínimo de adaptación, es importante preguntar a los tutores. Ellos ven a tu hijo en el colegio, saben si está triste o si disfruta con los compañeros, le ven reaccionar cuando sus tareas están bien y mal, pueden saber si está comiendo bien o si sólo se anima cuando va llegando la hora de volver a casa.
Además, obsérvale en casa. ¿Está mustio? ¿Cómo habla del cole? ¿Come y duerme bien? ¿Cómo son los domingos por la tarde? En casos más urgentes, los niños pueden tener insomnio, síntomas físicos (dolores de cabeza, de tripa), miedos y preocupaciones variados….
¿Y QUÉ HACEMOS?
Si tu hijo ya tiene un miedo real, o sospechas que puede tenerlo, asegúrate de transmitirle tranquilidad. No te dejes arrastrar por su miedo, no entres en pánico con él. Lo que necesita es una figura de apoyo que le transmita la idea de “no te preocupes, todo va a ir bien”. Y busca ayuda profesional, el proceso será más rápido.
Si el problema es, sencillamente, que le da pereza, no se lo reproches. Evita el “no es para tanto, sólo es el cole”. Dile que lo entiendes, acéptalo y lleva las conversaciones hacia los temas agradables: los amigos, un profesor que le haya causado buena impresión, las ventajas de la nueva etapa…
MÁS VALE PREVENIR:
Antes de encontrarnos con el problema, siempre hay cosas que podemos hacer para prevenir. En este caso, os sugerimos un par de ellas. Sencillitas en teoría, aunque quizá algo más complejas a la hora de llevarlas a la práctica:
- Ten siempre presente el objetivo de fortalecer la seguridad de tus hijos en ellos mismos. Así estarán más capacitados para afrontar dificultades y contrariedades, se sentirán seguros y no tendrán miedo. Evita la sobreprotección y hazlos tan autónomos como puedas (ojo, autonomía no es desapego afectivo).
- Sé un buen modelo: ¡no vuelvas tú al trabajo como si fueras a la guerra!
Directora del Centro. Licenciada en Psicología.
Máster en Psicología Clínica Infanto-Juvenil y Familiar (Grupo Luria) y Especialista en Estimulación Precoz y Atención Temprana (ACIT). Experto en Medicina Psicosomática y Psicología de la Salud por la Sociedad Española de Medicina Psicosomática y Psicoterapia (Universidad San Jorge, Zaragoza). Terapeuta EMDR NI adultos y niños y adolescentes (Instituto Español EMDR, acreditada por EMDR Europe). Experto en Mindfulness para la intervención clínica y social (COP Madrid, 2018). Especialista en ACT en infancia y adolescencia (MICPSY, 2021)