Estamos en un momento relevante para aquellas familias que tengan hijos en Bachillerato o E.S.O. y que se están preparando actualmente para enfrentar muchos retos: los últimos exámenes, la EVAU o prueba de acceso pertinente a la FP que elijan y finalmente, el objetivo que todo ello tiene: empezar a estudiar la profesión escogida.
No obstante, antes de llegar a este momento, los estudiantes y sus familias tienen un largo recorrido que realizar juntos. Son numerosas las entrevistas que mantengo en mi práctica clínica y educativa –etapa infantil y primaria- con padres que quieren acompañar de la mejor manera a sus hijos en su proceso de crecimiento académico y profesional.
Son cinco los aprendizajes desarrollados por María Prieto (2015) que los padres pueden intentar trabajar con sus hijos. Estos aparecen comúnmente en mis encuentros con familias:
Saber esperar
Entrenar el autocontrol, entendido como capacidad para esperar y perseverar, es deseable y posible. Podemos ayudarles a cultivarlo a través de la técnica del moldeado, que tiene las siguientes características:
- Realismo: hay que partir de la realidad. No podemos pedirles hábitos robustos y consolidados desde un principio.
- Aproximaciones progresivas: para alcanzar el objetivo real tenemos que partir de su base e ir acercándonos poco a poco.
- Recompensar el esfuerzo: es importante premiar los esfuerzos y pequeños logros que vayan adquiriendo. Generar un hábito es costoso, por lo que resulta beneficioso que comprueben que cada paso puede tener un premio.
Una demanda que recibo frecuentemente es la de mejorar el hábito de estudio. Para ilustrar los pasos anteriores podemos utilizar este ejemplo:
Sería irreal exigir un hábito de estudio de 3 horas al día, a un alumno que sólo le dedica 30 minutos. Habría que aumentarlo de forma progresiva. Podríamos partir de esos 30 minutos iniciales e ir añadiendo 15 minutos a medida que veamos que es capaz de cumplirlos. Además, podemos premiar sus avances –por pequeños que sean- a través de elogios verbales, más tiempo para dedicarle a otras actividades, la posibilidad de elegir una actividad en común, etc.
Conocerse
Para encontrar un espacio profesional, tenemos que saber cuáles son nuestras cualidades y aptitudes así como nuestros puntos débiles. Los niños se miran en los adultos de su entorno y empiezan a conocerse a ellos mismos a través de la mirada que éstos le trasmiten.
En ocasiones encuentro a familias que con la mejor intención devuelven a sus hijos una imagen inflada, con la creencia de que les estimulará. Esto no les hace ningún favor, ya que no será congruente con lo que ellos experimentan y los resultados que obtienen, y generará confusión y malestar.
Aprender a disfrutar
Hay muchas variables detrás de la decisión del futuro profesional; entre ellas la satisfacción que le genere la profesión escogida debería ser una de las fundamentales. Elegir una profesión que le haga sentir competente, que tenga un significado y que le ilusione, constituye una oportunidad para que el trabajo sea fuente de disfrute –entre otras cosas-.
Para ello, es importante que aprendan a conectar con aquellas actividades que les hacen disfrutar y sentirse satisfechos. Los padres pueden fomentar esa conexión:
- Animando a que se escuchen y sean capaces de conectar sus emociones con el entorno que les rodea. Señalarles aquellas cosas que les hacen sentir felices y dejarles que cuenten sus experiencias.
- Compartiendo sus propias motivaciones internas y aquellas experiencias que les generan ilusión y satisfacción.
Aprender a situarse ante los problemas
Los problemas que aparecen en la cotidianidad de la vida no nos permiten llevar a cabo un análisis todo lo exhaustivo y reflexivo que nos gustaría. Al contrario, requieren de nosotros habilidades para saber tranquilizarnos y no dar una respuesta impulsiva, así como aprender de los errores y que estos constituyan una fuente de aprendizaje.
Esta última parte, de aprender de los errores y tolerar las situaciones frustrantes, es la que percibo que más cuesta estimular en las familias. Éstas me transmiten gran intranquilidad y desasosiego por el sufrimiento de los hijos.
Sin embargo, la sobreprotección lo que genera es inseguridad, ya que no tienen experiencias de éxito por ellos mismos y el mensaje que les enviamos es que no están preparados para poder desenvolverse. Podemos acompañarles, asesorarles y sobretodo estar ahí para quitarles angustia y presión.
Además, los padres pueden favorecer el afrontamiento de obstáculos de las siguientes formas:
- Felicitando y aplaudiendo que vayan resolviendo problemas, aunque las formas no sean las mejores o consideres que pueden hacerlo mejor. Ayúdales a encontrar alternativas y a perseverar.
- Compartiendo la propia experiencia personal: los obstáculos enfrentados en el pasado y que aparecen en la actualidad, y la forma que tienen de enfrentarlos.
Aprender a relacionarse con respeto
Todos estos conocimientos se van a poner en marcha en un entorno laboral que es eminentemente social. Nos relacionamos toda la vida con otras personas, por lo que el último aprendizaje consiste en aprender a tratar a los demás con respeto y saber pedir el mismo trato hacia nosotros. Encontrar el equilibrio entre la tolerancia y aceptación del juicio ajeno, y confiar en nuestro criterio, es uno de los aprendizajes más importantes.
Para enseñar a vuestros hijos a confiar en su criterio, sin desdeñar el de los demás, podéis:
- Mostrarles que su opinión es importante y válida. A medida que van creciendo los hijos tienen más parcelas de las que son responsables y en las que su opinión es relevante. Es importante fomentar que la expongan.
- Coméntale situaciones cotidianas en las que has tenido que resolver un conflicto con un compañero y amigo, y has sido asertivo.
Referencias bibliográficas
Prieto M. (2015). En Hernández V. (coord.) ¿Cómo orientar profesionalmente a tu hijo? Manual práctico para padres (pp.138-149). Barcelona: Fundación Bertelsmann.
Graduada en Psicología por la Universidad Autónoma de Madrid.
Máster en Psicología General Sanitaria (Universidad Pontificia de Comillas). Máster en Terapia Cognitivo-Conductual con niños y adolescentes (Universidad Pontificia de Comillas). Máster en Educación Secundaria con especialización en Orientación Educativa (Universidad Camilo José Cela). Especialista en técnicas gestálticas aplicadas a la infancia (Centro Umayquipa).