«Mi hijo/a tiene capacidad, lo que pasa es que es un vago/a» es probablemente una de las frases más escuchadas por psicólogos infantiles.
Aquellos padres y madres que en algún momento han dicho esta frase, ya sea en consulta o en cualquier otro lado se están refiriendo a una lucha entre capacidad y voluntad. Analicemos más de cerca esta frase, lo que significa y lo que implica.
Capacidad vs Voluntad
Hay una respuesta muy clara a la frase «el niño o la niña puede, lo que pasa es que no quiere» y esa respuesta es «EVIDENTEMENTE».
El estudio es una actividad que no es reforzante en sí misma. El deporte, el juego, la lectura, salir con los amigos… sí que lo son, porque la propia actividad produce sensaciones agradables que motivan a seguir haciéndolas. El estudio, por desgracia, no lo es. Alguien podría decir: «pero David, aprender sí es una actividad reforzante en sí misma». Generalmente sí, pero las chicas y los chicos de los que estamos hablando no estudian para aprender; estudian para hacer un examen.
Al no ser una actividad reforzante en sí misma necesita de un reforzador externo para realizarse. Las notas pueden serlo para algunos niños y niñas, pero no para todos funcionan (de hecho, en muchos casos suelen ser bastante contraproducentes). Lo más normal es que el estudio se dé por reforzamiento negativo; es decir, si no estudio hay consecuencias negativas (castigos, broncas, malas notas, repetición de curso…) y lo que hago es estudiar para evitarlas. Esto nos pone ante dos situaciones problemáticas:
1) puede ser que estas consecuencias pierdan su carácter negativo: estar tan acostumbrado a recibir estas consecuencias que ya me dé igual estudiar.
2) el estudio probablemente sea el justito para evitar estas consecuencias negativas: si sacando un 5 me quito de broncas y castigos, para qué voy a sacar un 6.
Normalmente hago siempre la misma pregunta: «¿si no recibieras un sueldo a fin de mes, irías a trabajar?» La respuesta suele ser que no (en la mayoría de los casos) o que sí, pero muchísimas menos horas. A nuestras hijas y nuestros hijos les estamos pidiendo que hagan un esfuerzo continuo sin ningún tipo de recompensa, o simplemente «porque tienen capacidad para ello» o porque si no lo hacen tienen consecuencias.
Pero no sólo les estamos pidiendo que realicen una actividad que no es motivante en sí misma sin ningún tipo de motivación externa (o si acaso, una consecuencia negativa de la que huir), sino que encima les estamos pidiendo que lo hagan dejando de lado actividades que sí son reforzantes para realizar una que no lo es. «Prefiere estar con las maquinitas» o «quiere ir al parque con sus amigos». Pues por supuesto que lo prefiere.
El argumento que se utiliza para justificar esta exigencia es «tiene la capacidad» o «es listo» o «poder, puede». Es decir, como puede, tiene que querer. Si puedes, quieres. Dicho así no tiene tanto sentido, ¿no?
Pautas para modificar este funcionamiento del estudio por reforzamiento negativo
La primera y más importante: incluir reforzadores positivos (cosas o actividades agradables) cuando se dé una conducta. ¿Recordáis el sueldo a fin de mes? Pues se puede dar el clásico premio de notas (previamente acordado).
El premio de notas sería un aprobado. Para aquellos papás y mamás que quieran un notable en este asunto lo que pueden hacer es también un reforzamiento más inmediato: pueden premiar las notas que traiga en los exámenes que les hacen durante las evaluaciones (y no sólo en el boletín de final de evaluación). El reforzamiento positivo es más eficaz cuando es más inmediato. Al ser un reforzamiento más continuo, puede hacerse con reforzadores más pequeñitos.
Para los papás y mamás insaciables que quieran un sobresaliente aplicarán el gran premio de notas y el reforzamiento más continuo de las notas de los exámenes que vaya trayendo su hijo o hija, con la distinción de que negociarán con él los reforzadores. Es decir, le preguntarán qué le interesa recibir con las buenas notas en los exámenes y en el boletín. Digo negociarán porque sus hijos e hijas probablemente propongan algo desmedido por si cuela.
Y por último, para aquellos papás y mamás que busquen la matrícula de honor no reforzarán solamente las notas de los exámenes y del boletín, sino también el estudio diario. Pensemos que la jornada laboral de nuestros hijos e hijas termina cuando salen de la escuela o cuando terminan de hacer los deberes. Lo que estudien después de ello son, a todos los efectos, horas extra.
Estas son algunas de las claves para empezar a enfrentarse al problema de la desmotivación de los hijos e hijas a la hora de estudiar. Exige cambiar el chip de “él o ella está solo y es un vago” a “cómo puedo yo como padre incentivarle para que se esfuerce más”. Poder, podéis. La cuestión es, ¿queréis?
Grado de Psicología en la Universidad Pontificia de Comillas.
Máster en Psicología General Sanitaria y Máster Propio en Especialización en Terapia Cognitivo-Conductual infantil.