Te propongo reflexionar sobre lo siguiente: al día, ¿cuántas veces te ves a ti mismo/a quejándote de algo, y cuántas veces te ves dando las gracias?
Creemos tener infinidad de excusas que avalan la actitud de crítica y queja: “estoy harto/a del atasco….”, “¡hay que ver que todos los días esta persona…!”, “así no se puede…”.
El día a día a veces nos absorbe en un huracán de prisas (trabajo, niños, pareja, familia, eventos sociales, etc…) y disponemos de pocos momentos reales de frenar y pensar. Pero a ver, que levante la mano el/la que quiera leer algo que no sepa.
Muchas personas, entre ellas me incluyo yo en algunas ocasiones, nos adentramos en ciclos de trabajo y monotonía, con lo que acabamos aliándonos con nuestra amiga la queja. Pero ¡ojo! no nos olvidemos que nosotros mismos somos agentes de cambio de nuestra vida y eso nos hace tener bastante margen de maniobra. Por ello, te invito en este momento a PARAR durante unos minutos y reflexionar sobre la importancia de aprender a tener contigo a la GRATITUD (ésta sí que es una amiga y buena influencia).
Llevar una vida guiada por la gratitud nos ayuda a experimentar y sentir los diferentes eventos vitales desde un prisma de amabilidad, y alejarnos del mal humor y la crítica constante.
Y ahora bien, ¿la ciencia tiene que decir algo al respecto? Si damos un paso más allá, ser agradecidos, en diferentes estudios en el área de la psicología positiva, se ha vinculado con un estado mayor de bienestar y felicidad, ya que nuestro cerebro libera dos neurotransmisores encargados del “placer y la felicidad”: la dopamina y la serotonina.
Son datos especialmente reveladores; si no pregúntenle a Robert A. Emmons, un psicólogo y profesor estadounidense, e investigador del campo de la gratitud. “Está científicamente demostrado: irradiar gratitud al mundo es la forma más sencilla y efectiva de alcanzar la felicidad” (El pequeño libro de la gratitud, Robert A. Emmons). Además, en la línea de todo lo que se viene diciendo, este autor da un paso más, y en algunos de sus estudios ha llegado a concluir que la gratitud, además de relacionarse con mayor felicidad, también alivia los síntomas de personas que tienen depresión.
——–¡¡STOP!!——-
De acuerdo, es momento de PARAR y PENSAR de nuevo, te propongo algo:
Amigo/a, cierra los ojos y haz un breve chequeo de tu vida…
Reflexiona sobre las diferentes áreas en las que te mueves, mira las siguientes burbujas y piensa en ellas aplicando la gratitud a tu vida (no te comas la cabeza, vete a ejemplos fáciles y cotidianos, “hablar con un buen amigo/a, reírte por algo gracioso que has escuchado en el trabajo, acompañar a un familiar a hacer la compra…”:
No tenemos vidas perfectas (ni falta que hace), pero sí podemos ser ricos si valoramos todo lo que tenemos. Cuando somos agradecidos, nos focalizamos más en lo que poseemos que en lo que carecemos.
Hasta ahora, parece que el mensaje de la gratitud se refiere a una actitud hacia otras personas, pero ¿cómo andamos de auto-amabilidad? De las cosas que hacemos durante el día, ¿cuántas las miramos con ojos autocríticos, y cuántas con amabilidad hacia nosotros/as mismos/as? Te dejo que reflexiones sobre ello…
Hace años escuché el siguiente relato que me gustaría compartir ahora contigo:
Imagina que sales a comer fuera de casa con amigos. Para beber, te ofrecen una amplia variedad de bebidas y pides algo que te encanta; de entrantes, comes algo riquísimo; cuando llega el primer plato, también está bastante rico; el segundo plato, muy bueno también; es el turno del postre, ¡vaya! No te gusta nada, ni te lo terminas de lo malo que está…. Al llegar a casa te preguntan por la comida, “¿qué tal ha ido todo, qué tal la comida?”- “pffff…¡vaya postre malo me han puesto!, no sabía por dónde cogerlo, una mala experiencia…”.
¿Tú qué pensarías? ¿dónde pondrías el foco?
Aviso a navegantes, “es gratis”:
regala gratitud a otros, regálatela a ti mismo/a y reconoce tus fortalezas.
Cada día se juega el partido GRATITUD vs QUEJA, ¿a quién animas en tu vida?
Aquí te dejo algunos consejos para entrenar la gratitud, esta fortaleza psicológica, ¿te animas?
- En el trabajo/colegio/universidad/casa, prueba a escribir notas de agradecimiento a un compañero o familiar.
- Al terminar el día, por ejemplo, durante la cena (en familia, en pareja…), dedica un momento a dar gracias por las cosas que te pasan, las personas que tienes cerca y lo que tienes.
- Haz un diario sobre la gratitud. Decida unos minutos antes de dormir a escribir esas palabras de agradecimiento. Aparca la pereza, ¡hay personas que dicen que este hábito puede ayudarte a dormir mejor!
- A través de cuentos e historias. Para los más pequeños de la casa, recomiendo: De mayor quiero ser feliz y De mayor quiero ser feliz 2, ambos de Anna Morató García. Son seis cuentos (en cada libro) que tienen como base educar las emociones desde la positividad. De forma especial, en estos dos libros, Anna Morató dedica dos cuentos a hablar sobre el agradecimiento y cómo entrenarlo en edades tempranas.
- Predicar con el ejemplo. Otra forma de enseñar a los pequeños a ser agradecidos, es a través del propio ejemplo del adulto. Probablemente se trate de un gran aprendizaje vicario, es decir, aprender por medio de la observación.
Por último, a la persona que esté leyendo esto, GRACIAS por invertir tiempo de tu día a parar, y leer estas reflexiones y consejos que con tanto cariño he escrito para ti.
Para más información:
- Artículo Dar gracias te puede hacer feliz (Giving thank can make you happier) escrito por Harvard Health Publishing. https://www.health.harvard.edu/healthbeat/giving-thanks-can-make-you-happier.
- Libro: Thanks!: The science of gratitude can make you happier. Houghton Mifflin.

Graduada en Psicología por la Universidad Pontificia Comillas de Madrid. Máster en Psicología General Sanitaria y Terapia Cognitivo-Conductual con Niños y Adolescentes. Premio Extraordinario del Máster en Psicología General Sanitaria.