Ése es el titular de una historia publicada en la versión digital de La Vanguardia» hace unos días. Un chaval de trece años de Cape Cod (Massachusetts,EEUU), recibe de regalo un iphone. Pero no viene sólo: el flamante teléfono viene acompañado de una carta de su madre, que establece dieciocho condiciones para su uso: si acepta el regalo, acepta también las condiciones. Ahí van:
- Es mi teléfono [de la madre]. Yo lo he comprado. He pagado por él. Yo te lo cedo. ¿No soy la mejor?
- Siempre sabré la contraseña.
- Si suena, responde. Es un teléfono. Di hola, sé educado. Nunca ignores la llamada si es de tu padre o de tu madre. Nunca la ignores.
- Danos el teléfono a las 19,30h si al día siguiente tienes clases, y a las 21.00h el fin de semana. Se apagará durante la noche y se volverá a encender a las 07.30h. Respeta los horarios de las otras familias, como a nosotros nos gusta que también se respete.
- El teléfono no irá contigo al colegio. Conversa con la gente con la que luego te mandas mensajes. Es una habilidad social.
- Si se te cae a la bañera, al suelo o se rompe, tú eres el responsable de pagar la reparación. Debes tener ese gasto previsto.
- No uses la tecnología para mentir o vacilar a nadie. No partícipes en conversaciones que pueden herir a otros. Sé un buen amigo o al menos aléjate de esas situaciones.
- No envíes mensajes, correos o contactes con gente con la que no lo harías en persona.
- No converses por el teléfono móvil con las personas a las que no traerías a casa.
- Nada de porno. Busca en internet información y compártelo conmigo. Si tienes cualquier duda pregunta a alguien. Preferiblemente a tu padre o a mí.
- Apágalo o ponlo en silencio cuándo estés en público. Sobre todo en los restaurantes, cines o cuándo estés hablando con una personas. No eres maleducado, no dejes que un iPhone cambie eso.
- No envíes o recibas imágenes de las partes íntimas de nadie. No te rías. Algún día estarás tentado aunque seas muy inteligente. Es peligroso y pude arruinar tu adolescencia. Es una mala idea. El ciberespacio es más grande y poderoso que tú. Y es difícil hacer que algo desaparezca, incluida la mala reputación.
- No hagas fotos y vídeo de todo. No hay necesidad de documentar tu vida entera. Vive tus experiencias. Se almacenarán en tu memoria para siempre.
- De vez en cuándo el teléfono en casa y siéntete seguro con la decisión. No es una extensión de cuerpo. Aprende a vivir sin ello.
- Descarga música nueva o vieja o diferente de la que escuchan millones de personas al mismo tiempo. Tu generación tiene acceso a más canciones que nunca nadie ha tenido opción antes. Disfruta la ventaja. Expande tus horizontes.
- Los juegos de palabras, puzzles o los de entrenamiento mental son los mejores.
- Mantén los ojos abiertos. Mira el mundo que pasa a tu alrededor. Mira por las ventanas. Escucha a los pájaros. Da paseos. Habla con desconocidos. Pregúntate sin usar Google.
- Si pierdes el rumbo te quitaré el teléfono. Nos sentaremos a hablar sobre ello y empezaremos de nuevo. Tu y yo estamos siempre aprendiendo. Estoy en tu equipo y estamos juntos en esto.
El texto suscita varias reflexiones. La primera es que no debemos temer la tecnología, pero es obvio que los padres debemos enseñar a nuestros hijos a utilizarla correctamente, igual que hacemos con tantas otras cosas. Nuestro objetivo final será que ellos mismos sean capaces de autorregular el uso que hacen de la electrónica, pero para alcanzar autocontrol en cualquier terreno, es necesario pasar por un control externo inicial.
La segunda reflexión es que cada familia debe establecer sus propias «condiciones de uso». No hay dos adolescentes iguales, no hay dos padres iguales, y nada hay tan injusto como tratar a todos por igual. Es indispensable fijar unos límites, pero éstos no pueden ser universales. Y un corolario que parece obvio pero que la experiencia nos dice que no lo es tanto: los niños deben respetar lo acordado, pero los padres también. Es decir, nada de comentarios ácidos ni reproches más o menos velados cada vez que oímos el sonsonete del teléfono, si nuestro hijo lo está usando cuando puede hacerlo. No caigamos en la trampa de comparar nuestra adolescencia con la de ellos, porque no son comparables.
Las 18 condiciones de la madre de Greg sirvieron par Greg, quien según La Vanguardia, las aceptó, tras una airada protesta inicial. Pero deben servirnos de reflexión. Tal vez, antes de lamentarnos incansablemente porque nuestros hijos «están obsesionados con los teléfonos», deberíamos plantearnos si, además de quejarnos, les estamos acompañando en el camino de aprender a utilizarlos. Los teléfonos, las redes sociales, las consolas… No es mala idea poner nuestras conclusiones por escrito y compartirlas con ellos. ¡Mucho ánimo!
Fuente: http://www.vanguardia.com/actualidad/mundo/190577-madre-regala-un-iphone-a-su-hijo-de-trece-anos-y-le-pone-18-condiciones
FOTO: cdec_ite
Directora del Centro. Licenciada en Psicología.
Máster en Psicología Clínica Infanto-Juvenil y Familiar (Grupo Luria) y Especialista en Estimulación Precoz y Atención Temprana (ACIT). Experto en Medicina Psicosomática y Psicología de la Salud por la Sociedad Española de Medicina Psicosomática y Psicoterapia (Universidad San Jorge, Zaragoza). Terapeuta EMDR NI adultos y niños y adolescentes (Instituto Español EMDR, acreditada por EMDR Europe). Experto en Mindfulness para la intervención clínica y social (COP Madrid, 2018). Especialista en ACT en infancia y adolescencia (MICPSY, 2021)