Todos tenemos dificultades. Todos pasamos por momentos difíciles, y todos sufrimos; pero no todos reaccionamos igual. Hay quien se hunde ante los problemas y hay quien, aparentemente, los vive de tal manera que incluso parece salir fortalecido de la experiencia. En psicología, decimos de este segundo tipo de personas que son RESILIENTES. La resiliencia, en física, se define como la característica mecánica que expresa la resistencia de un material a los choques. Paralelamente, en psicología entendemos este concepto como el proceso o la capacidad de lograr una adaptación exitosa a pesar de circunstancias ambientales desafiantes o amenazantes. Se trata de mantener un mínimo de bienestar incluso en situaciones complicadas.
¿Y cuál es la diferencia, entonces, entre estos dos tipos de persona? Los recursos personales que unos y otros ponen en funcionamiento para afrontar el problema; el conjunto de pensamientos, acciones y actitudes que cada cual activa para enfrentar las dificultades. Si nuestras habilidades de afrontamiento son adecuadas, estaremos en mejores condiciones para tolerar, evitar o minimizar los efectos que los problemas cotidianos tienen en nosotros, tanto a nivel físico como psicológico.
Las habilidades de afrontamiento no son innatas. Se aprenden, bien a través de modelos, bien a través de la propia historia de aprendizaje. Y, por tanto, podemos trabajar para mejorarlas. En esta línea, investigaciones recientes realizadas con poblaciones sometidas a altos niveles de estrés —personal sanitario, profesores, militares, etc— demuestran que quienes practican mindfulness están mejor capacitados para afrontar las dificultades de forma adaptativa. Mindfulness es algo tan simple y tan complicado a la vez como vivir en el momento presente, con aceptación y sin juicio de ningún tipo. Y eso se logra a través del entrenamiento y la práctica diaria en atención plena. (Si te interesa, aquí tienes otro artículo acerca de los beneficios de la meditación)
¿Qué aporta el mindfulness a nuestra capacidad para afrontar problemas con éxito?
A continuación se citan una serie de características típicas en quienes practican la meditación o mindfulness de forma habitual. No es difícil entender cómo estas actitudes y conductas favorecen el afrontamiento correcto de las dificultades:
- Tienden a vivir en el presente, de manera que no se dejan arrastrar por rumiaciones acerca de lo que ya ocurrió y no se puede cambiar, o por preocupaciones que anticipan un futuro que tendemos a imaginar negro.
- Aceptan la realidad con más facilidad, asumiendo que hay cosas que son como son. No es que sean personas resignadas, es que no malgastan energía pataleando por cambiar lo que no depende de ellos.
- Emiten menos juicios acerca de lo que ocurre, minimizando frases como «si hubiera hecho…», «es culpa de…», etc. Eso reduce emociones negativas como la culpa o el resentimiento.
- La meditación nos ayuda a contemplar nuestra realidad desde fuera. Eso nos aporta objetividad, nos permite tomar distancia emocional haciendo posible encontrar formas de actuar alternativas a las habituales. Quienes practican mindfulness son más creativos en sus actuaciones, no repiten formas de responder a los problemas que no han funcionado anteriormente.
- Son personas pacientes, conscientes siempre de que todo pasa y de que nada afecta realmente a nuestra esencia.
- Son perseverantes, pues están menos a merced de las emociones negativas —ansiedad, aburrimiento, impaciencia..
- Son más adaptables y flexibles ante los cambios, capaces de percibir también los detalles positivos y de tolerar una dosis de incertidumbre que no les resulta dañina, favoreciendo la adaptación a las nuevas circunstancias.
Estos son los motivos por los que la práctica del mindfulness aumenta nuestra resistencia ante las dificultades. Pero no perdamos de vista que ser resistente, o resiliente, en ningún caso significa no sufrir. El sufrimiento es un ingrediente más de la vida, y es inevitable. Lo que tenemos que hacer es buscar la manera de que no pueda con nosotros y nos anule.
NOTA: Si estás interesado, aquí tienes información acerca de nuestros talleres de iniciación a la meditación.
Directora del Centro. Licenciada en Psicología.
Máster en Psicología Clínica Infanto-Juvenil y Familiar (Grupo Luria) y Especialista en Estimulación Precoz y Atención Temprana (ACIT). Experto en Medicina Psicosomática y Psicología de la Salud por la Sociedad Española de Medicina Psicosomática y Psicoterapia (Universidad San Jorge, Zaragoza). Terapeuta EMDR NI adultos y niños y adolescentes (Instituto Español EMDR, acreditada por EMDR Europe). Experto en Mindfulness para la intervención clínica y social (COP Madrid, 2018). Especialista en ACT en infancia y adolescencia (MICPSY, 2021)