¿Es posible llegar a una psicología universal? Es más, ¿existen conceptos o fenómenos psicológicos universales? Si no… ¿Dependen los fenómenos y conceptos psicosociales de la cultura?
Pongamos un ejemplo: el amor romántico es menos prevalente en China que en países occidentales y las relaciones interpersonales residen en consideraciones más prácticas como ingresos, vivienda o aprobación de los padres.
De igual forma, la sociedad china varía en la concepción de la violencia. Los chinos tienden a evitar más la violencia y los índices de crímenes violentos son más bajos que en otras culturas. Sin embargo, su concepción de la sociedad es jerárquica y si estalla un conflicto violento este es mucho más radical y destructivo que en la cultura occidental.
¿Qué puede estar detrás de estas diferencias? Para comprender sus implicaciones tenemos que atender a un concepto clave: la cultura.
El concepto de la cultura sugiere particularidad, pero una particularidad colectiva. Por tanto, podemos estar de acuerdo en que en la actualidad ésta no es únicamente el marco de la conducta individual sino un producto de dicha conducta. Es decir, las personas no solo somos un reflejo de nuestra cultura sino también somos los constructores de la misma.
La cultura y la psicología no se pueden desvincular. Resulta difícil estudiar cómo influye la una en la otra ya que no
son variables que podamos controlar. El individuo es a la cultura lo que el pez al agua. No se puede salir de ella ya que es el medio imprescindible para su supervivencia.
Veámoslo con un ejemplo: “vemos” y “hablamos” utilizando ciertas categorías para las cosas. Vemos ciertos colores porque tenemos palabras para ellos. Otras culturas, no es que solo no tengan más/menos palabras para algunos colores sino que realmente pueden ver más/menos colores. Siguiendo con el mismo ejemplo, en una cultura de Nueva Guinea solo se utilizan 5 categorías básicas de colores, mientras que en las culturas occidentales se utilizan 8, y no distinguen entre el azul y el verde o el amarillo y el verde pero sí entre el nor y wol que son indistinguibles para nosotros.
Por otro lado, la cultura no solo se entiende como un conjunto de ideas y valores sino acciones o “productos” que hacen reales esas ideas. Si pensamos en el mercado de valores, hay transacciones que no tienen una relación necesaria con la producción de bienes materiales y sin embargo pueden provocar la pérdida o adquisición de los mismos.
De la misma forma, la cultura debe ser entendida como algo dinámico y cambiante. Cada vez las personas —y sus ideas— viajan más, por lo que las culturas no pueden estar perfectamente diferenciadas unas de otras, estando en constante permutación.
Como conclusión, para comprender y poder predecir una conducta hay que atender a factores interpretativos y situacionales que pueden etiquetarse como cultura. Lo asombroso es cómo este conjunto de situaciones que generan interpretaciones y se mantienen en el tiempo, es compartida por individuos de una sociedad con tanta asiduidad que éstas condicionan los procesos psicológicos de dichos individuos y su propia representación del mundo.
Volvemos a lo que se planteaba al principio, ¿existen por tanto fenómenos psicológicos universales?
Si respondemos a la pregunta desde una perspectiva cultural, se podría afirmar que son posibles. Determinados fenómenos psicológicos existen ya que hay un “consenso” en una determinada cultura y eso es razón suficiente para que la ciencia lo estudie. En psicología, la existencia de un fenómeno viene dada por el grado en que los individuos lo perciban, introspectivamente, como real.
Imaginemos que hay en alguna parte del mundo una población aislada con una cultura remota que ha desarrollado su propia psicología ¿coincidirían esos fenómenos con los nuestros? Solo podrían existir conceptos psicológicos universales si existieran fenómenos psicológicos universales. Particularmente no considero oportuno dar una respuesta a las cuestiones que se plantean, ya que por suerte o por desgracia, todavía no se tiene una respuesta definitiva.
Ahora bien, quizá no esté todo perdido, tal vez se pueda llegar a un consenso: la teoría de la mente y las emociones básicas como fenómenos universales… Cuestiones sobre las que espero reflexionemos en otros artículos.
Graduada en Psicología por la Universidad Autónoma de Madrid. Máster en Psicología General Sanitaria (Universidad Pontificia de Comillas). Máster en Terapia Cognitivo-Conductual con niños y adolescentes (Universidad Pontificia de Comillas).